Uwe-Karsten Heye - Los Benjamin. Una familia alemana / RESEÑA
Uwe-Karsten Heye - Los
Benjamin. Una familia alemana[1]
por José Carlos Ibarra Cuchillo
Hoy en día existe una ligazón casi
indisoluble entre las palabras Benjamin y Walter. No hay Benjamin sin Walter. Y
es que Walter Benjamin ha alcanzado, si no el aquilatado estatuto que le reservaba
con esperanza su hermana Dora, sí al menos un reconocimiento que actualmente
atraviesa todo el globo y hace de su nombre un emblema filosófico. Sus tesis
sobre la historia y la obra de arte constituyen un lugar común en los estudios
académicos de cualquier facultad moderna de filosofía. Además, de un tiempo a
esta parte las biografías, documentales y estudios sobre su obra han aumentado
en un número considerable. ¿El motivo? Que su muerte y no pocos aspectos de su biografía
y obra todavía callan bajo un extenso velo de misterio.
Pero Walter no es una calle de sentido único. A su lado tiene a sus hermanos Georg y Dora, cuyas figuras se propone rehabilitar el autor de este libro: Uwe-Karsten Heye. Lo primero que salta a la vista transitando sus páginas es que hemos estado equivocados creyendo que podíamos entender a un Walter disociado de sus hermanos. El misterio no se llama Walter Benjamin, sino Los Benjamin. Esta creencia obedece, según creemos, a que Walter apenas si menciona en sus páginas, seguramente por falta de tiempo, a sus hermanos. Pero la investigación que hace Uwe-Karsten viene a meter la pezuña aquí, sentando unas bases documentales que a partir de él ya no podemos eludir si queremos abordar con honestidad el devenir biográfico e intelectual de Walter Benjamin.
Es un libro que en ocasiones llega a cortar el resuello, como cuando nos presenta a un niño Walter Benjamin que recrea en su imaginación, en un acto de amor puro e ingenuo, la imagen sobredimensionada de una madre ausente, y que queda contrastada con el espeluznante capítulo intitulado El último vivac antes de Portbou, donde con gélida mano se especula con los que fueron probablemente las últimas horas de vida del filósofo alemán. Destaca especialmente este capítulo por el modo que tiene Uwe-Karsten de preguntarse cuáles pudieron haber sido los pensamientos que ocupasen la mente de Benjamin mientras la más absoluta oscuridad, el frío y la soledad atenazaban su cuerpo. Uno no puede evitar preguntarse junto con el autor si todo aquello tuvo alguna especie de sentido, si el mismo Walter pudo aventurar en alguna de aquellas inspiradas fantasías que le empujaban a escribir, lo que vendría con el absurdo nazi.
Pero la mayor virtud del libro radica en no quedarse ahí. Antes bien, la narración se prolonga hasta casi nuestro siglo, y tras la muerte de Walter seguimos encontrándonos con la enconada batalla que hasta su muerte libró su cuñada, Hilde, contra todo nazi que podía ser llevado al estrado, y con abundantes e interesantísimos detalles acerca de la implicación que tuvo sobre las vidas de todos los alemanes de la posguerra la forzosa división territorial que se dio entre la RDA y la República Federal Alemana, siendo esta última, quizá, la que más ampollas levante durante la lectura debido a su patente rechazo a abrir procesos contra los miembros nazis que conservaron su trabajo dentro del sistema federal. El lector descubrirá aquí la historia no contada y, por lo mismo, llena de descubrimientos, de una familia de genios marcada por el dolor de la pérdida pero sorprendentemente capaz de resistir con acierto y tenacidad los embates de la época más oscura de la humanidad.