Interludium
Juan Ignacio Iturraspe
Afiliación: Universidad Nacional de
Educación a Distancia
Email: juan.iturraspe1990@gmail.com
Fecha: 31/05/2020
Resumen
El avance de China en los mercados globales y ejemplo de
ciber-vigilancia, la cuarentena prolongada debido a la pandemia, la emergencia
espontanea de ayuda civil ante la falta de apoyo por los gobiernos, entre otros
eventos que se han ido sucediendo en los últimos días dan el pistoletazo de
salida para este este texto. En este se presentan diferentes conceptos que
plantean, no sólo la cuestión pandémica, sino una cuestión que se viene
mascando desde hace tiempo: ¿Qué sujeto histórico puede estar a la altura de un
presente tan claroscuro? En respuesta a ello alzo la voz de un pesimismo cuyas
competencias personales y empresas van más allá de este interludium al
que muchos se han dedicado a pensar y analizar, tanto como doctrina del shock
kleiniana refrita como la revitalización de una esperanza marxista.
Palabras clave: estética, psicoanálisis, Tiqqun, pesimismo, poder, erotismo.
Abstract
China's advance in global markets
and an example of cyber-surveillance, the prolonged quarantine due to the
pandemic, the spontaneous emergency of civil aid due to the lack of support by
governments, among other events that have been happening in recent days they
give the starting signal for this this text. In this, different concepts are
presented that pose, not only the pandemic question, but a question that has
been chewing for a long time: What historical subject can live up to a present
so chiaroscuro? In response, I raise the voice of a pessimism who’s personal
and business competencies go beyond this interludium that many have
dedicated themselves to think and analyze, both as a refitted doctrine of the
Kleinian shock and the revitalization of a Marxist hope.
Key words: aesthetics,
psychoanalysis, Tiqqun, pessimism, power, eroticism.
Antes de abordar lo que se vaya a
abordar aquí me parece preciso levantar la siguiente pregunta: ¿Acaso los
psicoanalistas tienen que hablar de todo? ¿O eso es una tarea para los
filósofos? Psicoanalistas o filósofos, hablarán de lo que les venga en gana, lo
que les abra el apetito e impulse su deseo de saber y cuestionar.
Pero, ¿por qué empezar hablando de
este modo tan virulento con estas sentencias? Si las sentencias sirven para
algo no es más que para marcar los márgenes del cementerio en el que se
convierte un texto cuando se termina. Tal vez, el lector, pueda germinar
jardines allí donde lea estas líneas, pero los márgenes que componen estos
discursos que inundan el escrito son los
que son, como decía Dios en el Éxodo 3:14 de la Biblia, soy el que soy[3].
Los estados de excepción dejan
abierta la brecha para pensar en ilegalismos, panópticos cibernéticos, nuevas
normalidades o, como dice Houellebecq “el mundo seguirá exactamente igual […] o
un poco peor[4]”. Antes[5], los
estados de excepción recordaban a un estado de guerra civil asimétrica donde
uno de los bandos, al estar desprovisto de utensilios para combatir se
planteaba realizar maniobras atípicas contra el avance de las fuerzas enemigas.
¿Qué bandos hay ahora? No mencioné
los posicionamientos de la neurosis y la psicosis en vano. A mi parecer no hay
enemigos o amigos como señalaría Carl Schmitt, sino sanos o locos[6].
Escucho en las tertulias diarias
sobre cómo el posicionamiento ideológico se reduce a una cuestión de locura,
riesgosa, nihilista o, por otro lado, sana, cuerda, coherente, e incluso
científica. Los hechos políticos debatidos en la cámara de los diputados, las
decisiones que se toman por el general de la población por parte de las
administraciones públicas suponen, en gran medida, un acto psíquico. ¿A qué
viene esta reducción de la política a un fuera
o dentro del manicomio? Si se
sigue cierta estela interpretativa no dudaríamos en calificar a unos o a otros
como tenientes[7] o no de
cordura.
¿Quién fue el primer cuerdo? ¿El de
los petroglifos en Altamira? ¿Nace la cordura con la capacidad de la
contemplación, aquella tratada por Schopenhauer como una característica
intrínseca al animal racional de “redimirse
frente a su condición natural y desventurada[8]” (Samamé, 2014: 246)?
La pregunta no tiene parangón, ni
tampoco busca respuesta. Incluso se podría pensar en que en ese punto también
daría comienzo lo político[9].
Simplemente plantearse por el origen de algo no hace más que forzarnos a
recopilar suficiente información para construir una ficción que no nos quede
holgada. No es desechable la tarea genealógica que llevó a cabo Foucault o
Nietzsche, sino al contrario, en ella se ve como una ficción tiene su impacto
en el campo de la política. Ya no se habla tanto de represión sino de
producción, ni tampoco se menciona a Dios sino a ídolos que caen y renacen con
cada generación, incluso el superhombre agujereado por apropiaciones nazis se
derrumba poco a poco, enalteciéndose así la figura peor para Nietzsche: el último hombre.
¿Será el último hombre europeo? Según el coronel, Pedro Baños, como dijo
en una entrevista a ethic tras una
presentación de su ensayo Así se domina
el mundo. Desvelando las claves del poder mundial publicado por la
editorial Ariel, “de repente, Estados Unidos, que fue el inventor de la
globalización moderna y el libre mercado, descubre que China le va ganando la
batalla y esa es la clave de todo” (Espino, 2018) y prosigue más adelante,
“Trump ha aprendido la lección de lo que significó el gran error estratégico de
deslocalizar las empresas, especialmente las de tecnología, en lugares como
China o México” (Espino, 2018). Si seguimos la entrevista vemos que en un
momento le pregunta Alejandra, la reportera, “¿Cómo va a sucederse este proceso
en Europa?” (Espino, 2018), a lo que Pedro responde, en resumidas cuentas, que
no sólo aceptamos el juego de la globalización y deslocalización de la producción,
sino que además compramos todo a China. Por cierto, el título del artículo es
“China va a reventar el mercado europeo”[10].
En estos momentos en el que el
COVID-19 empieza a desaparecer levemente de algunas zonas del globo se empiezan
a ver las grietas de una economía incierta que, acompañada por los diagnósticos
recientes de Pedro Baños en el programa de Iker Jiménez, La Estirpe de los Libres, deja al europeo en una mala posición con
respecto al avance de las políticas impulsadas por Xi Jinping.
¿Qué hacer ante este pronóstico y la
inminencia del principio del fin del último
hombre europeo?
Evidentemente, no puedo formular una
receta. No soy doctor aún y todavía me quedan algunas cosas que hacer antes de
graduarme. No obstante, y haciendo honor a la revista para la que me hallo
escribiendo este artículo, propondré un vector de acceso que tal vez pueda
provocar alguna chispa.
Desde mis investigaciones sobre el
grupo anarquista Tiqqun cuyo eje parece iniciarse en territorio francés, el último hombre nietzscheano halla una
resonancia con el concepto flotante del Bloom.
Según Mariblanca,
el Bloom -cuya teorización parte del análisis sobre uno de
los protagonistas del Ulises de Joyce- representa tanto a la gente alienada y
desposeída como a la gente ampliamente politizada o militante de la
civilización inmóvil de Occidente, civilización que ha sido sometida por el
capitalismo en el sentido de que toda su vida y sus relaciones están
completamente mediadas por fuerzas que son externas a ella (Mariblanca, 2016:15).
En mi opinión, siguiendo la
descripción de Mariblanca podría escapársenos el Bloom hacia la purria de la ideología, necesarios y a
la vez repudiados. Tanto reificación como alienación componen esta figura de
Bloom. ¿Qué nos estamos perdiendo por repetir la misma cantinela? Siguiendo de
algún modo la tensión textual que mantuve en mi tesis doctoral con esta
cuestión, considero que el Bloom (o el último
hombre europeo) posee, precisamente, un cariz pesimista que se ha pasado
por encima y es precisamente aquel al cual Tiqqun se refiere al Bloom como salvífico y condenatorio.
Pero, ¿porque la condición de salvación y condena conlleva al pesimismo? ¿Cuál es la consecución lógica o
poética entre unos y otro? Justamente aquel que encuentra o busca la salvación,
es consciente de la situación pésima en la que se halla. Evidentemente, no por
ello tiene que ser dicha situación una condena, ello en tal caso lo hallaríamos
una vez se ha visto uno privado de una situación optima. Por lo tanto, si
buscamos una consecución entre sendos términos y el pesimismo sugiero los
siguientes: esperanza y secuestro.
Antes de continuar, convendría atender
el concepto pesimismo. Eliminemos la cuestión del -ismo y quedémonos con lo que
buenamente nos resta. Pésimo. Una vez hecha la reducción, considero que sería
conveniente proseguir por su etimología. Si nos atenemos a su origen latino
hallamos la palabra pessimus, la cual
es un superlativo de peior o peius, cuya significación es “peor”.
Resulta ser que peior suele
relacionarse con el prefijo de su raíz indoeuropea ped- cuya significación es la de “pie”. Lo interesante es que este
prefijo no solo refiere a la parte del cuerpo sino al gesto de caerse, es por ello que podemos hallar
resonancias etimológicas con pecado. Se
dice de aquel que peca o aquel que cae en pecado como si de una poza mágica
se tratara. Pero, dejemos de caer en picado por las ramificaciones etimológicas
un momento y pasemos a recoger lo ya dicho.
Cuando empecé a trocear la palabra,
hallé un componente histórico, el “-ismo” nos contagia con pasado, con un
movimiento, con un lado de la historia. Walter
Benjamin hablaba en sus tesis Sobre el
concepto de la historia de los perdedores y la responsabilidad política de
recuperar su voz enterrada por la historia de los vencedores. En este caso,
este “-ismo” no sólo es contemporáneo (“no seas tan pesimista tronco”) sino que
ello ha estado tan presente en la Historia como los afectos o pasiones en los
seres humanos.
Vinculado a esto, ya en otro lugar
hablé sobre la depresión como un estado de huelga. Idea extraída de mis
lecturas del Partido Imaginario[11], que
desarrollé a lo largo de un ensayo ligeramente corto. Lo que pienso, y aunando
con lo dicho en el párrafo anterior, es que si la depresión es una disposición
de protesta mediante la inacción, un Bartleby atrapado en el interegnum de la impotencia rabiosa
diciendo “I would prefer not to”, habrán, a lo largo y ancho de la historia,
situaciones semejantes en las que las competencias[12] dejan de formar
parte del campo laboral (atentado contra la obra o proyecto empresarial
explotando un beneficio monetario) para pasar a un espectro de necesidad mundana
(asunción de las competencias personales). ¿Qué entiendo por competencias personales y qué tienen que
ver ellas con el pesimismo?
Si seguimos lo dicho por Bruno
Latour y Vincent Lépinay en la reciente cita, podemos ver que la competencia es un know how que deja la teorización desbancada por la eminencia de una
experiencia existencial, práctica. En cuanto a lo personal (perdón por el delirio que sigue a continuación) si
entendemos que es aquello relativo a la persona, y por persona, tomando su etimología del griego, entendemos que ello se
refiere a máscara, a través de la
cual los actores hablaban en el teatro griego, o posteriormente romano,
modificando su voz con un mecanismo bucal incluido en la propia máscara
caracterizando al interprete.
Por ende, entendiendo
correspondientemente sendas palabras, tenemos que competencia personal se refiere a lo siguiente: la experiencia práctica que se posee para
zafarse de sí mismo como sujeto integralmente enmascarado.
Después de esta sepultura explícita,
¿qué vinculación tiene la competencia
personal con el pesimismo?
El pesimismo, siguiendo la
inhumación, sería, en mi opinión, un posicionamiento existencial cuyas
competencias personales denotan escepticismo
de sí. Esta duda, esta sospecha, es precisamente la que le llevo, a mi
parecer, a Schopenhauer a tomar de la filosofía oriental el concepto de velación de Maya[13]. Este
velo, también es tratado por Lacan cuando en Función y campo de la palabra, publicado en sus Écrits, dice lo siguiente:
el
arte del analista debe ser el de suspender las certidumbres del sujeto, hasta
que se consuman sus últimos espejismos. Y es en el discurso donde debe
escandirse su resolución. Por vacío que aparezca ese discurso en efecto, no es
así sino tomándolo en su valor facial: el que justifica la frase de Mallarmé
cuando compara el uso común del lenguaje con el intercambio de una moneda cuyo
anverso y cuyo reverso no muestran ya sino figuras borrosas y que se pasa de
mano en mano “en silencio”. Esta metáfora basta para recordarnos que la
palabra, incluso en el extremo de su desgaste, conserva su valor de tésera.
Incluso si no comunica nada, el discurso representa la existencia de la
comunicación; incluso si niega la evidencia, afirma que la palabra constituye
la verdad; incluso si está destinado a engañar, especula sobre la fe en el
testimonio (Lacan, 2003: 244-245).
En este sentido, las competencias
personales del pesimista darían como resultado una posición en la que el
sujeto, tomando por los cuernos al narcisismo y su incesante inversión
objetual, puede recuperar su goce y arreglárselas en un mundo sin garantías. ¿Y con el europeo[14]?
Bien. Volvamos pues al ultimo hombre europeo y al vector del
pesimismo ante la amenaza China. ¿Qué puede tomar Europa como proyecto del
pesimismo en estos tiempos de tanta contingencia y amenaza? Abandonarse a una
Europa sin garantías y obtener su valor, precisamente, de sus competencias personales.
Es evidente que una frase así, una
respuesta así, no puede generar más que el retorno al principio del texto, en
el que hablaba del juicio político actual entre cuerdos y locos, calificativos
clarificados y aprobados por el posicionamiento en el espectro ideológico de
aquel que es hablado. Por otro lado, las pasiones, bajas o altas, desamparados
u optimistas, le dan un chance a todo
aquello cuyas resonancias hagan de un sueño (prestado/heredado) great again. Es en este punto donde el
pesimismo retorna ofreciendo un desplazamiento[15] del anquilosado
futuro inevitablemente turbio.
Si mencioné a Europa, la
globalización, la deslocalización de las cadenas de producción y China, es
precisamente porque hay una situación que no puede pasarse por alto: el avance tecnológico y su irrupción el
campo del deseo.
Llegamos más rápido, tenemos la
satisfactoria sensación de poder, por un rato, y luego, a otro lado, con la
misma o superior velocidad. Eat, sleep,
rave, repeat como aquella canción de Fatboy Slim y Riva Starr del 2013. Hay
algo en el orden del deseo, incluido en esa cartografía, que requiere de una
constante happy. Recuerdo acudir al
médico aquí en Nueva Zelanda y salir de allí respondiendo a una simple
pregunta: ¿Are you happy? ¿Qué se
supone que debo responder? ¿Qué estoy a gusto con el resultado de su análisis?
¿Qué me ha puesto contento saber mi diagnóstico y mi tratamiento[16]?
Si la equivalencia velocidad y poder
caracteriza la actualidad de los deseos gestados en el seno del neoliberalismo,
el pesimismo, siguiendo la estela de las competencias
personales, se presenta, no como un dispositivo bélico, sino como un punto
de fuga por el que se cuela la otra cosa.
La indeterminación de la otra cosa es
la misma que compone el know how de
las competencias personales. La cuestión no se halla en saber qué hacer y ni
por ello desplazarse a otro lugar. Si hablo de cosa es justamente del epicentro de lo que se nos da a-la-mano
cotidianamente como ser cuerdo o loco para-sí[17]. Somos las mismas cosas. No precisamente un cuerpo, sino, como ya
aprendimos de la fenomenología husserliana, conciencia y mundo son la misma cosa. En esta condición de arrojados,
como diría Heidegger, lo que hallamos es que somos los mismos objetos. Nos deslizamos diariamente por los
contornos de los mismos utensilios y fantaseamos con ideas que se asemejan todo
el rato. Nos abandonamos a un proceso de renovación y uso incesante, una
maquinaria a la que Tiqqun nombra como La Jovencita. El atentado que hace el
pesimismo es precisamente al concepto de sustituto.
¿Qué es un sustituto? Substituere proveniente
del latín significa “colocar en el lugar del otro”. Para mí, cuando hablo de sustituto o el substituir, me refiero a un proceso metonímico. Si el sustituto
viene a fill the blanks, el pesimista
se cuestiona el libro de texto entero[18] y se pregunta, “¿porqué
tengo que aprender chino si prácticamente no sé defenderme con el castellano?”.
Es decir, reconoce el movimiento metonímico en sus narrativas y posee el know how para introducir una metáfora
que desplaza lo mismo. Sabe que el
lenguaje, inevitablemente, crea la ilusión del ser. Por ende, no hay vacíos que
llenar sino vacíos que están.
En mi opinión, Europa tiene que
desaparecer, para convertirse en algo semejante a las bases militares de Estados
Unidos repartidas por doquier. Se ha convertir en un virus a costa de su
desintegración. La Unión ha de pasar a formar una estrategia de clúster ideológico. ¿Qué es un clúster ideológico? Si por clúster
entendemos a la separación de una industria en diferentes empresas que se
benefician unas de las otras compartiendo estratégicamente la información y los
progresos particulares. Parecería de esta forma que hablo de los tejidos
empresariales que se ha dado a lo largo y ancho del globalizado capitalismo, pero
en este caso, y aquí es donde se pierde terreno frente a China, la cuestión no
se halla en el benefició, en la lógica del sustituto,
sino en la del pesimista.
Si entendemos que por clúster me refiero a ello, por ideológico me refiero precisamente a lo
que caracteriza a la simbiosis China dando como resultado su capitalismo
autoritario. Solo que en este caso no hay una cuestión patriótica de fondo, no
es un lujo que se pueda sostener por un tejido empresarial pesimista, sino la otra cosa.
Pero, hay algo que cabría aclarar
antes de proseguir. La palabra ‘empresa’ no refiere aquí a una multinacional, a
una brand, o al marketing, sino que
en este caso se la toma por su raíz etimológica.
Empresa, proveniente del italiano impresa, está compuesta por el prefijo in- que significa “hacia adentro” y el
verbo prehendere, “poner en
cautiverio”, donde vemos el prefijo pre-,
“anterior”, y hendere que quiere
decir “tomar o coger”. De aquí se puede tomar la siguiente definición
consecuente con lo que vengo diciendo: la
empresa es aquel acto para-sí que mejora, perfecciona, la competencia personal[19].
¿Qué quiere decir esto? Si
usualmente consideramos a la empresa como la causa de la manía persecutoria del
éxito y el beneficio, en este caso comprendemos que la misma no se deja imbuir,
embaucar, por las posibilidades de sendos destinos[20] sino que, por otro lado,
sabe de la ficción y como buen pesimista duda del secular objetivo de la
empresa. Por ende, la empresa es verdaderamente ególatra, vanidosa sin el
detrimento constante de aquel contante de dinero. Dicho de otro modo, no hay
miedo, y, por ende, no hay apuestas, sino decisiones, no hay destino al que
dirigirse, sino el encuentro constante con él. ¿Por qué es ególatra o vanidosa
esta empresa? Precisamente por la misma razón por la que los manifestantes del
barrio de Salamanca en Madrid[21],
apelando al patriotismo atentan contra sus propias bases, a saber, el pueblo.
Se antepone, nuevamente[22], la
ideología y sus preceptos a la vida. Ya lo decía Agamben cuando hablaba de la nuda vida como ficción sostenida por las
políticas de occidente[23]. Uno
se halla inscrito en formas-de-vida y es precisamente ésta la que debe sobrevivir. Por ello posiciones
como la de Thanos son posibles[24],
utilitarismo básico de John Stuart Mill. ¿Está realmente en un lado de la
balanza la ideología y en el otro la vida? ¿De qué no se fían los feligreses de
la ideología? El camino pecaminoso de la ideología es el del deseo. Cuando
alguien no hace caso de los parámetros que exige ser de una ideología
determinada, el deseo pasa a formar parte de lo que entendíamos por vida y su
marginación. El deseo y la ideología se tocan en diferentes puntos, por ello se
pueden dar posiciones como por ejemplo ser de derechas y gay, o abogar por el
matrimonio homosexual, etc… Es así pues que también podamos ver una
contradicción ambulante cuando vemos patriotas anti-patriotas.
Por otro lado, pero en el mismo
sentido, encontramos la posición del pesimista cuya empresa no tiene que ver
con sumirse en la contradicción de los optimistas utilitarios (feligreses de la
ideología) y empresarios (causa de la manía persecutoria del benefició y el
éxito) sino con la escucha de lo que hay. Mientras los unos gritan desde ahí, el pesimista pierde el interés en la comunidad y lo gana por
su soledad. No por ello se convierte
en una entidad ajena (cosa que además es un imposible[25]), sino que deviene nómada.
El nómada, figura recogida por Heródoto en sus libros de la historia,
es retomada también por Tiqqun como aquel que actúa desde allí donde el Imperio
le tienta con realidad. Pedro José Mariblanca Corrales compara, siguiendo lo
dicho por Tiqqun, la figura del nómada con el impostor:
El impostor, como el
nómada, siempre escapa, siempre parte de las múltiples realidades dadas, tanto
las manejadas por el poder como las que son manejadas por los contra-poderes
existentes. El impostor es nómada porque es el Otro, al que tienta el Imperio.
El impostor pretende el Muchos, que es diferente a todos que intenta en el
Mismo de la irreductible unidad homogénea. […] El impostor es nómada porque
lucha por el Afuera del Adentro. Es por ello que milita y no milita a la vez
(Mariblanca, 2016: 101).
El pesimista, el impostor, el nómada, etc… actúa a favor de la otra cosa sin esta tener una forma definida. ¿Qué es el “Afuera del
Adentro” sino? ¿Cómo se puede militar sin militar al mismo tiempo? Cierto
pesimismo proviene de esta figura como movimiento preventivo, protector frente
a la realidad para caer en lo que ya Tiqqun viene pronunciando en toda su obra:
la presencia.
De este modo, para que las competencias personales puedan ser una
realidad frente a las demás, es preciso abandonarse a la presencia. ¿Qué implica abandonarse a la presencia? La escucha como
dispositivo de registro mejorado de reterritorializacion en las deposiciones de
la conciencia (“¿qué productos realizo y qué realidad mantengo?”, una constante
contemplación escatológica) y, dentro de la contingencia cartográfica de mis
deseos, dónde mi goce[26] suele
producir-se. Dicho con otras
palabras, menos lo mismo y más otra cosa[27].
Pero, para
que se pueda bordear lo que estoy diciendo, convengamos en que si la otra
cosa entra en la cotidianeidad, y con ello, si se da, la consistencia del
inconstante pesimista y la empresa, no supone que los padecimientos y placeres
psíquicos sean distintos, los agujeros son los que son, sino que, por otro lado
se desvanecerán los mismos para dar
relevancia a los que se habían quedado desfavorecidos ante la mercadotecnia. Dicho
de otro modo, ante la precariedad material usual del consumidor precario que se
resguarda en la fortaleza de la ficción identitaria constituida por la mirada
del otro como semejante, la forma-de-vida que se perfila desde la otra
cosa se muestra insostenible por el sistema monetario y por ende se tiene
que recurrir al clúster y a la empresa cuyo funcionamiento, paulatinamente, se
verá desvinculado de la nación-progreso y formará con el tiempo lo que, a mi
parecer, es uno de los pseudónimos de Tiqqun: el Partido Imaginario.
La
cuestión está, para finalizar con el escrito, en que si mientras unos van
ganando[28], los
del Partido Imaginario ya desde hace tiempo que venimos
jugando a otra cosa. Y sí, es evidente que este texto
posee ciertas resonancias lejanas al Manifiesto Aceleracionista de Alex
Williams y Nick Srniceck o de haber bebido de más de la corriente estética del
metamodernismo, pero tampoco estoy diciendo algo que no se escape de lo que ya
se palpa en los hogares de los que, confinados, se cuestionan si la “nueva
normalidad” es, en definitiva, “nueva” y si esta situación singular, y a la
contingencia ofensiva a la que nos dirigimos, no es precisamente la que ya se
avecinaba antes de la pandemia, siendo esta un simple interludio[29].
Bibliografía
Lacan, Jacques (2003) Escritos 1 (trad. Tomás Segovia) México: Ed. Siglo XXI
Mariblanca Corrales,
Pedro José (2016) Tiqqun y la cuestión
del Bloom. Madrid: Ed. logaritmo amarillo.
[1] Acuciando un espectro bélico geopolítico en esta nueva guerra fría
como comenta Pedro Baños en su libro Así
se domina el mundo: Desvelando las claves del poder mundial. Esto recuerda
a lo que ya Jacques Lacan mencionaba sobre la mentira y la verdad en su
seminario 11, Los Cuatro Conceptos
Fundamentales del Psicoanálisis, precisamente en el capítulo 11 titulado
“Análisis y verdad o el cierre del inconsciente”. De allí vengo a recordar la distinción que hace
entre el sujeto de la enunciación y el lugar de la enunciación, o, dicho de
otro modo, el enunciado y su lugar de enunciación, lo que nos lleva a no hablar
de enunciados de mentira o enunciados de verdad sino de efectos del lenguaje,
precisamente por su contribución al sustento de la coherencia y cohesión de
cierto sentido discursivo. Frente a nosotros hallamos en los medios de
comunicación tantos enunciados como cajas de cereales en un supermercado en
Estados Unidos, de diferentes colores y caricaturas enunciando, todo ello, a
fin de cuentas, para mantener viva la llama de la tranquilidad del neurótico,
que busca, sin cesar, una certeza por más que esta sea de cartón. Los afectos
se hallan satisfechos en esta transacción y por ende la presencia de cierto
germen psicótico proveniente del escepticismo filosófico se mantiene
suspendido, clausurado con una in-formación,
es decir, una formación interna, dar formato “hacia dentro”, el soporte de
una verdad heredada. Yendo una dimensión semejante a la de Lacan también
encontramos que Bruno Latour, en su tesis doctoral, venía a defender una idea
semejante: la esencia no posee en si la verdad, sino que esta se da debido a
los efectos, sus interacciones, etc. Cfr. Lacan,
Jacques (1999) Seminario 11: Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis (trad. Juan Luis Delmont-Mauri
& Julieta Sucre) Barcelona: Ed. Paidós, p. 142 y Latour, Bruno &
Woolgar, Steve (1995) La vida en el
laboratorio. La construcción de los hechos científicos (trad. Eulalia Pérez
Sedeno) Madrid: Ed. Alianza Universidad.
[2] Lo suficientemente complejas como para que Donald Trump se haga un
lío á la Hegel (tiene completa
lógica, pero padece la lujuria de un “jovencito confuso”). Cfr. Publicación del usuario “anti.buttigiegism” recuperada en
https://www.instagram.com/p/CAeppo4AXJX/
[3] Es interesante ver como para los judíos medievales se habla del yo soy en cambio para los hebreos la
frase se presenta en futuro con estaré o
seré. Pasamos de una identificación
psicótica en el que “yo soy yo” a una situación de sí en el fantasma con su
parcelación alienada evidentemente. Tenemos por un lado la cerrazón, el lazo
que permite hacer funcional la pantalla fantasmática y por otro la ubicación
discursiva e imaginaria a la que se halla sujeto el sujeto. Dios, a mi parecer,
era un ateo eficiente.
[4] Schapira, Alejo (4 de mayo de 2020) “Para Michel Houellebecq, el
mundo seguirá “exactamente igual” después del coronavirus, tal vez “un poco
peor”” en Infobae.com. Recuperado de
https://www.infobae.com/cultura/2020/05/04/para-michel-houellebecq-el-mundo-seguira-exactamente-igual-despues-del-coronavirus-tal-vez-un-poco-peor/
[5] Y con ello me voy a la segunda guerra mundial donde el 90% de los
combates dejo de ser uniformado a ser civil. Cfr. Sohr, Raúl (octubre 2009)
“Los peligros de la guerra asimétrica” en Nuso.org.
Recuperado de
https://nuso.org/articulo/los-peligros-de-la-guerra-asimetrica/
[6] Todos en un mismo territorio. Todos los que se hallan fuera y
dentro del manicomio.
[7] Recuérdese que la palabra ‘teniente’ no solo se refiere a ese cargo
dentro del campo militar y sus graduaciones, sino también tiene un uso
coloquial, que es el de aquel que anda un poco sordo, que no oye bien. Tal vez
no sea en balde comprobar cómo todo honor silencia, de algún modo, algo que
siempre anda por ahí, perturbando no sólo la posición asumida por alguien como
cargo público, sino que el mismo requiere de ese silencio general de la polis.
Dispositivos de control como pueden ser La Jovencita desarrollada por Tiqqun y
diversos dispositivos policiales asumen buscan a fin de cuentas que “no pase
nada”, es decir, que todo siga igual incluso si no parece lo mismo. En definitiva, el teniente quiere tenientes como
él.
[8] Y prosigue diciendo Luciana en su elocuente artículo que “al
quedar separado de su yo empírico y absorbido en la contemplación de un objeto,
no sólo llega a experimentarse esa paz espiritual anteriormente referida. sino
también una clase de deleite inigualable” (Samamé, 2014: 246). Supongo que esta
situación en la que Luciana nos pone al recordarnos las palabras de
Schopenhauer es un bien particular. Se refiere, a mi parecer, a una experiencia
de levedad, de liviandad existencial cuya similitud no tardaría en hallar con
el tema de Pink Floyd titulado Comfortably
Numb del disco The Wall. ¿No es acaso este estado algo que se ha incluido
en los dispositivos previamente mencionados, tanto policiales como de La
Jovencita? ¿No es acaso ese juicio sobre la cordura de las acciones políticas
una forma de quedarse “satisfecho” en plena pornocracia donde se precisa que
los juicios fluyan rápidos como visitas tienen los videos de los youtubers o
influencers? ¿Y si por un momento se considera que “todo es política” y que el
título del programa presentado por Facundo Diaz y Miguel Maldonado, “No te
metas en política” sea precisamente una frase traída desde las coordenadas 0,1
o 0,-1 próximas a la vacuidad que conforma el vacío de sendos dispositivos de
control?
[9] La imaginación gravada en la pared no sólo supone la permanencia o
la representación, sino la búsqueda de la misma y su manutención o economía.
Atentar contra la representación como harían Deleuze y Guattari, es decir, a
los significantes, conllevaría pegarle un tiro en la nuca al hombre de
Atapuerca
[10] Cfr. Espino, Alejandra (3 de enero de 2018) “China va a reventar
el mercado europeo” en ethic.es. Recuperado
de https://ethic.es/2018/01/entrevista-pedro-banos/
[11] Pseudónimo empleado por Tiqqun, al igual que Comité Invisible.
[12] Esta idea la tomo de Bruno Latour y Vincent Antonin Lépinay de su
libro La economía, ciencia de los
intereses apasionados. Por competencia, tras un largo recorrido por
diferentes aspectos de la economía (subjetividad y psicología económica, la
naturaleza de la economía, política y economía, etc…) llega al análisis de la
idea de competencia en la que ofrece
una definición distinta de la usual comparación entre propiedades individuales
(“yo soy más listo que tú”). Aquel que es competente es justamente aquel que es
capaz de inventar y adaptarse a las situaciones que se le
muestran novedosas. Tener competencias implica pues asumir una posición acorde
con las circunstancias para zafarse de ella, saber cómo actuar dadas ciertas
condiciones. Cfr. Latour, Bruno & Lépinay, Vincent (2008) La economía, ciencia de los intereses
apasionados (trad. HBAE) París: Ed. Los Aguafiestas. Recuperado de (http://www.brunolatourenespanol.org/03_escritos_Tarde/PE.pdf) p.74
[13] El problema con el velo de
Maya es que no concibo que haya una realidad ulterior al propio velo, tal y
como quedará expuesto a continuación. La cuestión de la verdad como velada,
invisible, cercenada, no es más que la aceptación de un juego entre bambalinas.
La verdad como tal no existe sino como efecto, del mismo modo que la mentira. Y
es evidente que, cuando Schopenhauer habla de aquello velado no es el famoso noúmeno o el das ding (la cosa), sino que mediante el entendimiento podemos
resquebrajar la representación, apariencia, que hemos tomado como realidad por
nuestros sentidos. Pero, ¿qué pasaría dicha apariencia es ya de por sí lo único
que podemos alcanzar? ¿Y si la apariencia es todo lo que hay? Según Sigmund
Freud “ya nuestra constitución, pues, limita nuestras posibilidades de dicha.
Mucho menos difícil es que lleguemos a experimentar desdicha. Desde tres lados
amenaza el sufrimiento; desde el cuerpo propio, que, destinado a la ruina y la
disolución, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma;
desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros con fuerzas
hiperpotentes, despiadadas, destructoras; por fin, desde los vínculos con otros
seres humanos. Al padecer que viene de esta fuente lo sentimos tal vez más
doloroso que a cualquier otro; nos inclinamos a verlo como un suplemento en
cierto modo superfluo, aunque acaso no sea menos inevitable ni obra de un
destino menos fatal que el padecer de otro origen” (Freud, 1992: 76-77). Marca
aquí tres fronteras: el cuerpo, el mundo exterior y los otros. Estas fronteras
del sufrimiento son, a mi parecer, el núcleo duro al que Schopenhauer puso un velo de Maya (“no, la vida no puede ser
sólo esto”). Lo que se descubre con este velo es precisamente la urgencia de
una metáfora, la posibilidad de cambiar de clúster
biográfico y su narrativa traumática. Pero, y aquí nos distanciamos de
Schopenhauer y la tendida al infinito que sostiene el velo, “a veces un cigarro
es solamente un cigarro” como le contesto Freud al público cuando le
preguntaron si el puro que estaba fumando podíamos tomarse como objeto fálico.
Dicho con otras palabras, las fronteras las sostiene quien recuerda, y al
recordar repite, por ello olvidar solo puede hacer topándose con la frontera misma.
Es interesante ver como en videojuegos de mundo abierto cuando intentamos
salirnos del mapa, de lo programado, la pantalla se oscurece, sale un mensaje
amenazante o algo por el estilo coartándonos de nuestra tentativa. Es
interesante precisamente porque este suceso virtual nos obliga a volver, a
volver a intentarlo con otra misión, quest
o lo que sea que esa virtualidad
pueda ofrecernos.
[14] Haciendo homenaje a Mariano Rajoy en aquella entrevista realizada
por Carlos Alsina en Onda Cero el 23 de septiembre de 2015. Abierta esta brecha
me gustaría compartir la siguiente intuición a raíz de un comentario del cómico
Ignatius Farray en el programa de radio de la SER, La Vida Moderna, en el cual éste comentando uno de tantos vídeos
chistosos del ya expresidente manifiesta la duda de que tal vez los dirigentes
del Partido Popular tienen armadas sus intervenciones precisamente para ser
sacados en programas como el que estoy comentando o similares. Recientemente
tenemos las declaraciones y apariciones públicas de José Luis Martínez-Almeida
como alcalde de Madrid y Isabel Días Ayuso como presidenta de la comunidad de
Madrid que han demostrado a la opinión pública que su elección de palabras y
posicionamientos políticos parecieran dirigirse al aumento del medidor de
audiencia. Hemos visto como Donald Trump también emplea este tipo de discursos
en los que, si no es en Twitter, en sus mítines demuestra como la máscara se
alimenta de aquello que la miran. El título del clip en el cual Farray comenta
esta intuición que yo venía tiempo mascando deja claro cual es, a fin de
cuentas, el mensaje que se quiere trasmitir a la ciudadanía “Rajoy es NEFASTO
pero es muy gracioso sin querer”. Es justamente este “sin querer” sobre el cual
no estoy tan seguro. Si la cuestión cómica es la desmesura (tanto sea por falta
como por exceso) al asumir el posicionamiento que se toma, sea el cargo
político que sea, no considero que sea complicado hacer reír a la audiencia con
cortocircuitos lingüísticos. Una última cosa, ¿no se parecen mucho estos cargos
públicos a cuentas de memes? Cfr. La Vida Moderna (21 abril 2018) “Rajoy es
NEFASTO pero es muy gracioso sin querer” Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=l9638jTovrw
[15] Tanto a Europa como al último
hombre o Bloom.
[16] Diagnóstico al cual, en repetidas ocasiones, quedó inconcluso
puesto que no disponía de la tecnología suficiente o la experiencia como para
arriesgar un diagnóstico. Lo que sí pudo formular fue, nuevamente, la pregunta
sobre mi happiness.
[17] Des mi punto de vista, cuando Sartre en el Ser y la Nada comprende dos niveles de ser, véase el ser-en-sí y el ser-para-sí, no creo que haya libertad para el segundo
(evidentemente, tampoco para la primera). La libertad, al igual que comenté
antes hablando sobre la verdad y la mentira, es un efecto, por ello la frase
“siéntete libre de hacer lo que quieras” coarta al receptor a hacer lo que
buenamente sabe hacer. Tras las elecciones del mismo, si alguien le pregunta,
“¿te sentiste libre?” depende absolutamente de como se hayan desarrollado los
eventos. ¿No es acaso libre aquel que siente que lo que va a hacer o hace es
coherente consigo mismo con lo que entendemos por identidad? ¿Y no es
precisamente un sentimiento extraño aquel por el cual uno se da cuenta de que
repite las mismas acciones sin “tener control” sobre sus decisiones, pero aún
así le son propias? ¿Dónde está la libertad si precisamente cuando uno cede a
su deseo lo que halla a posteriori es
culpa?
[18] Fill the blanck es un ejercicio usual dentro de los cursos de
aprendizaje de idiomas.
[19] En una entrevista comercial
realizada por Jay Leno a Elon Musk sobre su reciente Cybertruck, el dueño de
Tesla Motors respondiendo una pregunta de Leno sobre el refuerzo antibalas del
coche dijo que Tesla sería una de las empresas más rentables en caso de
encontrarnos en una situación postapocalíptica. Quiero remarcar esto porque
aquí se encuentra, a mi parecer, una filigrana esquizo que perfila la dualidad
discursiva de la empresa. Por un lado tenemos la rentabilidad referente al
mercado de valores, es decir, si vende mucho o no y sus productos gozan de una
buena prensa, por otro lado, esta rentabilidad, en un estado postapocalíptico
le es rentable a aquel que busque sobrevivir ante las cargas de, supongamos,
grupos organizados de asaltantes. Es evidente que el chiste se halla
precisamente en esta contradicción de lugares (¿qué empresa es válida si nos
hallamos en un entorno tremendamente hostil?), pero en esta construcción,
efectiva, se halla una verdad, y es, en mi opinión, que si el capitalismo está
aquí es meramente transitorio y es precisamente no entenderlo así lo que
conlleva que la rentabilidad quede dislocada de su raíz etimológica en la que
encontramos rendita, proveniente de reddere tras una
vulgarización este, cuyo significado es el de “devolver” y, por otro lado, el
sufijo -bilis o -dad que se refieren respectivamente a
“posibilidad” o “cualidad”. ¿Qué se devuelve? Los vectores ficcionales desde
los que se creó eso. Cfr. CNBC Prime (28 de mayo de 2020) “ELON MUSK, JAY
LENO AND THE 2021 CYBERTRUCK (FULL SEGMENT) | Jay Leno's Garage”. Recuperado de
(https://www.youtube.com/watch?v=25ZuKkbHdqM).
[20] Convertidos en medios.
[21] Cfr. Martiarena, Asier (15 de mayo de 2020) “El barrio de
Salamanca de Madrid encadena caceroladas contra el Gobierno” en LaVanguardia.com, recuperado de
https://www.lavanguardia.com/local/madrid/20200515/481148815897/barrio-salamanca-madrid-nunez-de-balboa-caceroladas-contra-gobierno.html
[22] Hay una perversión que no cesa de aparecerse bajo el estandarte
del amor. Por amor se realizan las atrocidades más aberrantes contra la competencia personal o sus derivaciones.
Por amor a la patria, a la democracia, al otro, etc., se puede incluso morir o
matar. Ya mostré como en la cita de Freud con sus tres causas del sufrimiento
psíquico la que proviene del otro es la más dolorosa de todas. Es por ello que 50 sombras de Grey es una película que
tratando el tema de la violencia en el amor se quedó a la altura de sus
tiempos, puesto que los contratos, el amor y todas esas bambalinas
justificativas son un exceso que el BDSM para vainillas presentado en el
largometraje no le hace justicia. Es justamente en este punto que la película
lo único que buscaba era dinero, poder financiero, por ello, no teniendo
suficiente con una realizaron una trilogía. El target estaba claro desde los
primeros trailers y saber que proviene de un libro solo permitía la entrada en
ese campo de películas basadas en novelas, que traicionándolas o, en algunos
casos mejorándolas, tienen el poder de la imagen y el espectáculo de su lado.
Como suele decirse, “mucho ruido y pocas nueces”.
[23] Cfr. Quintana Porras, Laura (septiembre-diciembre 2006) “De la nuda vida a la ‘forma-de-vida’. Pensar
la política con Agamben desde y más allá del paradigma del biopoder” en Argumentos UAM-X, Año 19, Núm. 52. México.
p.43-60
[24] Cfr. De Moura Costa Matos, Andityas & García Callado, Francis
(2020) “Introducción. Coronavirus: el sueño de Thanos” en El virus como filosofía y la filosofía como virus. Barcelona: Ed.
Bellaterra. p.13
[25] Por imposible aquí me refiero justamente a la imposibilidad de la
dislocación de sí del lenguaje. Incluso para crear otro lenguaje se usa el
mismo que se aprendió, se piensa e incluso se imagina en un lenguaje concreto.
Uno siempre está atravesado por una comunidad
lingüística.
[26] Es paradójico
como el enunciante, je, señala
aquella parcela pasiva de si, moi, aquel
con el que Lacan definía el Yo de la segunda tópica freudiana. Decir mi goce sería otro modo de decir mis pasiones, pasiones, las cuales
tienen un origen pasivo, pero, ¿no es acaso la pasividad una forma más de la
actividad? Justamente por ello, el goce, no es que este por doquier, sino que
aparece en aquellos momentos en los que la conciencia falla, cuando el sentido
queda desbordado. El pesimista sabe de sus fallas y asume la ficción gestada en
el seno de su fantasma, la falta. En una de las entrevistas de La
Resistencia, programa dirigido por David Broncano, en la que el
entrevistado es el trapero Cecilio G se puede ver como el invitado desborda el
sentido de su propia posición como entrevistado. Siendo el programa un espacio
para la post-entrevista donde los cánones de la misma se difuminan a favor de
una informalidad presencial abierta a lo que venga, Cecilio G introduce,
a mi parecer, la otra cosa. Resonante al modo en que Albert Pla, también
entrevistado en el programa, radicaliza la “entrevista”. Lo que sucede, es que la
noción de clúster queda dinamitada, al igual que la del pesimista o la empresa,
precisamente porque la aparición inconsciente produce una sensación de quietud
y risa (en el caso de Cecilio G), o extrañeza y risa (en el caso de Albert
Pla), que dados a la conciencia se quedan como meros hitos del programa siendo
una mínima pesquisa de la otra cosa la que se escapa de los márgenes de
la mención, “¡eh tío! ¿Has visto que loco éste? Está zumbado”, lo cual nos
devuelve a la planicie del loco y el cuerdo. Cfr. La Resistencia en Movistar +
(26 de mayo de 2020) “LA RESISTENCIA – Entrevista a Cecilio G”. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=kvKFP2Mf1ZA
[27] Esto no
implica el famoso título del texto divulgativo de Lou Marinoff o una recaida en
las lecturas de filosofia, sino una radicalizacion de la propia presencia y con
ello, si uno de los efectos es la consulta filosofica, que la sea, pero no
precisamente tiene que este punto de fuga sea el indicado para todo el mundo,
ya que puede caerse en la fetichizacion de la filosofia, o impostura
filosofica.
[28] La cerrazón entre el ‘winning’ y ‘losing’
en la que, no solamente Charlie Sheen se encuentra sino, los competentes y
empresarios de lo mismo prosiguen al pie de un perfeccionamiento
acumulativo mediante la toma de riesgos en el mercado de valores a escala macro
y micro, cuyas raíces se encuentran en la cotidianeidad más banal si vemos
casos como lo gratis o la promoción, conlleva la manutención del
paquete afectivo que se experimenta con la apropiación de algo. Este
paquete afectivo se viene promocionando por doquier y por ende el sistema que
lo sustenta de desterritorialización y reterritorialización.
[29] Para finalizar, esta palabra,
proveniente del latín se compone por el prefijo inter-, entre, el verbo luděre,
que significa jugar o entrenarse, y el sufijo -ium, lo cual nos da
la palabra latina interludium. La cuestión que me planteo aquí trata,
precisamente, sobre entre qué y qué se sitúa nuestro proceso de juego o
entrenamiento. ¿Cuándo empezó nuestro interludio? ¿Ha empezado siquiera?
Si hubo un entrenamiento o un juego, ¿se temporalizó o se le permitió su propia
temporalización? En este interludio las competencias personales van más
allá de saber hacer un carrot cake en plena pandemia o saber quién es el loco y
el cuerdo. En este caso se trata de hacer, como decía San Foucault, de la vida
una obra de arte. Por otro lado, algunos artistas han visto la ocasión de
confinamiento para realzar la importancia de la cultura en la cotidianeidad y
denunciar a sea quien sea el que esté al cargo del ministerio de cultura
y deporte por poner trabas a su propio objeto, ¿por qué ahora es importante?
¿en qué sentido? ¿no es acaso la cultura el aglutinante que mantiene el goce
fálico prendado al sujeto impidiendo el goce no-todo con la pifia de la
tragedia del “no hay relación sexual” con objetos existentes y sentidos
anclados en dichos objetos prometedores del Uno? Cfr. Lutereau, Luciano (4 de
agosto de 2016) “La experiencia erótica de ir a jugar” publicado en Rosario12.com,
recuperado de https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/21-55813-2016-08-04.html